Escamoteando la leyenda, jugosa en rumores nunca confirmados, podríamos dar fe de ciertos datos biográficos de
Raúl Barón Biza, empecemos:
Por ser hijo de
Wilfrid Barón (nacido en Córdoba el 25 de noviembre de 1863 y fallecido el 26 de junio de 1925) y
Catalina Biza (nacida en Tucumán el 25 de diciembre de 1872 y fallecida en Buenos Aires el 28 de marzo de 1929), recibió una herencia (compartida con cuatro hermanos)
superior a los 110 millones de dólares y una educación de privilegio (se supone que
Harvard lo tuvo de alumno) que lo convirtieron en el típico "dandy" argentino millonario, haciendo de París una sucursal de la pampa, el salón de fiestas de su mundo, lugar donde había que estar en el momento justo de esplendor y embriaguez, en los "años locos", bella época de posguerra.
En la década del ’20 también Barón Biza unió continentes a bordo de los más glamorosos cruceros, organizaba fiestas dignas de Hollywood, y se desvivía por conquistar a las platinadas rubias que asomaban a su gran hoguera de vanidades, una de ellas,
Myriam Stefford (actriz europea en ascenso, nacida como Rosa Margarita Rossi Hoffman), fue la elegida y con ella se casó en Venecia. Corría ya 1930 y se avecinaban otros cielos.
Cuando Barón Biza y Stefford se aburrieron de la vieja Europa, estos niños mimados que paseaban a su mascota "Gaucho" (un leopardo encantador) por los jardines berlineses, decidieron regresar a casa; una residencia fastuosa en el porteño barrio Norte y la estancia cordobesa vecina a Alta Gracia, esperaban al hijo pródigo.
El 26 de agosto de 1931 Raúl Barón Biza vive la primera tragedia de su vida, la que le dejó quizá el corazón agonizando para siempre: Myriam Stefford, inaugurando brevet de aviadora, estrelló su "Chingolo II" en San Juan, tratando de unir 14 provincias en un solo vuelo. Su muerte no podía ser una más y Barón Biza erigió en su nombre el más curioso de los memoriales: un obelisco alado ( 82 metros, 406 escalones) que parece sostener el cielo con cemento. Debajo yace Myriam con su juventud eterna (1905-1931) y las joyas (¿verdaderas? ¿réplicas?) de su corona.
Continuará...