Posted Feb 17, 2010, 1:38 PM
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Una noche de patrulla con la nueva Policía Metropolitana
Presencia y vigilancia, a una semana del arranque. Clarín recorrió con dos agentes la avenida Corrientes y comprobó la relación de cercanía con la gente. Se movilizan en moto o en patrullero, orientan a la gente e intervienen en reyertas vecinales.
Por: Nora Sánchez
La Policía Metropolitana, en acción.
Una decena de personas, bien vestidas y todas con bolsas en la mano, hablan en un idioma extraño en el escaso espacio que deja para pasar la boca del subte de Corrientes y Uruguay. Son rumanos. Su actitud llama la atención de los policías metropolitanos Sebastián Ahumada y Javier Mendicino, que paran a ver qué pasa. Al sentirse observado, el grupo se dispersa. "La presencia disuade", dice Ahumada. A una semana del debut de la Metropolitana, Clarín acompañó a los agentes Ahumada y Mendicino, en una recorrida nocturna por avenida Corrientes en la que éstos les mostraron su presencia a los "pungas" y orientaron a vecinos perdidos.
Los agentes de la Metropolitana aparecen en la avenida con las últimas horas de luz, mientras los oficinistas se van yendo. Caminan en parejas, con sus chalecos fluorescentes, o circulan en moto o patrulleros con luces azules intermitentes. Handy en mano, Ahumada reubica unidades según las necesidades. Como subinspector, él debe ocuparse de coordinar el servicio. Hasta hace poco, era oficial en la Federal y ahora le está enseñando los códigos de la calle a su compañero, Javier Mendicino. Javier es un ex suboficial de la Armada, convertido en oficial mayor de la nueva Fuerza. "Me tuve que acostumbrar a tratar con la gente", cuenta el ex infante de marina.
A cada instante, la gente les pregunta o dice algo. "¿Dónde queda Lavalle?" "¿Cómo llego a Puerto Madero?" "¿Puedo estacionar?" "¿Ya puedo sacar la basura?" "¡Qué lindos uniformes!". En Corrientes y Libertad, una veinteañera consulta: "Vivo acá a la vuelta y en mi edificio hay un 'privado' que genera problemas. Yo misma escuché a la mujer que lo dirige decir que están arreglados con la Policía. ¿No pueden hacer algo?". "Nosotros sólo podemos intervenir en caso de oferta de sexo en el espacio público. Pero puede hacer la denuncia en una fiscalía", le sugieren.
"El otro día, una mujer nos pidió que fuéramos a su edificio porque había ruidos molestos -cuenta Mendicino-. El vecino de arriba festejaba su cumpleaños. Le preguntamos a la señora si él hacía fiestas todos los días y dijo que no. Entonces le pedimos paciencia y al hombre, que bajara la música".
"Esas son punguistas -señala Ahumada-. Con este calor, si alguien tiene un saco puesto o enrollado en la mano, es sospechoso", le explica a su coequiper. Pero sólo pueden actuar ante un delito flagrante o una contravención o falta, así que siguen caminando. "Buenas noches", saludan al canillita.
A la altura de la calle Paraná, vuelven a detenerse. Un adolescente con remera de Boca y bermudas habla por un teléfono público. Ahumada se le acerca y le pregunta dónde vive. "En calle Libertad", dice el chico. El subinspector comenta después: "No estaba hablando y el número que aparecía marcado en el visor del teléfono era 00. Y ahí al lado había un hombre subiendo mercadería en su auto. Quizás ahora, como me acerqué, si iba a hacer algo el chico cambie de idea".
Son casi las diez y hace mucho calor. De a uno, los agentes suben a un patrullero para rehidratarse y descansar. ¿Pizza gratis? "No, tenemos que hacer honor a lo que ganamos -dice Ahumada-. Además, en el centro de comando de Chacarita nos dan viandas: sandwiches, facturas y gaseosas". Pero el metropolitano no critica a sus ex compañeros de la Federal. "Ganan poco y entre los adicionales y su trabajo en la comisaría están 20 horas en la calle", cuenta.
Cada tanto aparece un patrullero de la Federal y también hay un hombre de azul en Libertad y Corrientes, que saluda cuando ve a algún colega porteño. Dicen que en la Federal a los metropolitanos los llaman 'cuadriculados', por los cuadros de sus gorras, o 'Paquitos', como les dicen a los guardias de seguridad privada.
Los oficiales entran al Paseo La Plaza. La gente charla despreocupada, en las mesas al aire libre de los bares del complejo. Un comerciante le comenta a los policías: "Siempre les roban a los que están en los bares. Les sacan la cartera y se escapan. Suelen ser peruanos o parejas". Ahumada vuelve a usar su handy y ordena a dos agentes que vigilen la zona. Y comenta: "Creo que los vecinos nos tienen confianza y ahora nuestra responsabilidad es no perderla".
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