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Old Posted Jan 11, 2009, 9:01 PM
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Claudia-Cba Claudia-Cba is offline
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Historias para compartir

Poder glamour y tragedia

La apasionada y dramática relación entre la actriz Fanny Navarro y Juan Ramón Duarte, el hermano de Eva Perón.

por Jorge Camarassa




Seductor y codicioso, arribista, paradigma del self made man, podría decirse de Juan Ramón Duarte que fue un hombre que se quemó en su propio fuego. Personaje clave del primer peronismo, titiritero en las sombras, había trepado a lo más alto a partir de un único mérito: ser el hermano de Eva Perón.

Desde ese pedestal hizo negocios que lo hicieron multimillonario, traficó con influencias, se asomó a una vida de lujos y placeres con la que ni siquiera había soñado nunca, y hasta vivió su gran historia de amor.

Su relación con la actriz Fanny Navarro sería legendaria, y juntos iban a encarnar una pareja única, iluminada por los spots de la fama y mimada por las mieles del poder. El final de esa historia sería trágico, y el horror, para Fanny, iba a comenzar después de la extraña muerte de Juan.

Ay Juancito. Juan Duarte, a quien luego llamarían Juancito o Pebete, había nacido en un campo cerca de Los Toldos, en Buenos Aires, a finales de 1914. Único hijo varón de una mujer que había sido cinco veces madre soltera, se había criado en una casa con piso de tierra cercada por la pobreza. El padre no lo había reconocido y había tenido que salir a trabajar a los 15 años para aportar al sostén de la madre y las cuatro hermanas. La última de ellas había nacido cuando él tenía 5 años y la habían bautizado Eva.

En 1930, a los 16 años, los Duarte Ibarguren, por el apellido materno, se habían mudado a Junín. Para Juan, la ciudad le abría posibilidades que el campo le negaba, y en años posteriores la mencionaría como su lugar de nacimiento. Los primeros tiempos en Junín trabajó como dependiente en una farmacia y auxiliar en el Consejo Escolar, y empezó a tener una vida propia: novias, salidas con amigos a jugar al billar, los primeros escarceos de un soltero que iba a morir en esa condición.

Doña Juana, la madre, había transformado la casa familiar en una pensión, y allí se alojaban viajeros en tránsito a quienes también se les daba de comer. Dos de ellos, un profesor y un mayor del Ejército, acabarían casándose con dos de las hermanas de Juan. En 1934, a punto de cumplir 20 años, el Pebete viajó a Buenos Aires para hacer el servicio militar. Al año siguiente, en 1935, Eva también se mudó a la capital. Llevaba una valija llena de sueños y un pasaporte al futuro que incluía a su hermano.

Al principio, en Buenos Aires, los dos chicos de Junín vivieron en una pensión de Congreso y luego en otra de la calle Libertad. Eva hacía sus primeros palotes como actriz en la compañía teatral de Eva Franco, y Juan empezaba a trabajar como vendedor de Guereño, ofreciendo jabones y productos de limpieza en los pueblos del norte bonaerense. Se había afiliado al Partido Radical, y en 1938 le había conseguido a su hermana la posibilidad de hacer la publicidad de los jabones que vendía.

El favor le sería devuelto con creces: a Eva las cosas empezarían a salirle bien, el trabajo como actriz le abriría puertas y contactos, y llegado el momento no se olvidaría de su hermano.

Sean unidos. El encuentro de Eva con el coronel Juan Perón, en 1944, estuvo signado por la tragedia. Se conocieron durante un festival para recaudar fondos de ayuda a las víctimas del terremoto de San Juan, y sólo la muerte iba a separarlos. Al principio, Juan había asistido como espectador al ascenso de su hermana, y después había empezado a rebañar las sobras del plato de los privilegios. Eva le había conseguido una habitación en el Hotel Jousten y un trabajo como inspector de casinos que lo hacía viajar a Mar del Plata, y a mediados de 1945 le había presentado a Perón y éste le había ofrecido ser su secretario.

Si Juan Duarte vaciló en los días previos al 17 de octubre lo debe haber disimulado bien, y cuando Perón emergió triunfante de la tormenta, el Pebete estaba a su lado. Su carrera desde entonces no iba a detenerse hasta el tiro del final, y comenzaría a acumular poder, influencia y riquezas a la sombra de Eva y el futuro Presidente.

Juan comenzó a llevar la agenda diaria de Perón, a manejar los ingresos al despacho, a apurar o demorar trámites. Aunque llegaba a sus oficinas en Casa de Gobierno a las 6.30 de cada mañana y trabajaba incansablemente, la imagen que se iba construyendo era la de un protegido díscolo, siempre en la frontera de la legalidad, y más dispuesto a los palcos en el Tabarís y las butacas en el paddock de Palermo que a la vida austera de funcionario.

Entre mediados de 1946 y mediados de 1947, se transformó en millonario. Tenía caballos de carrera, hoteles de lujo en sociedad con amigos, concesiones para la explotación del petróleo patagónico y licencias para la importación de automóviles. Vestía trajes de alpaca inglesa, vivía en un piso sobre la avenida Callao y tenía mayordomo japonés. Sus amoríos eran itinerantes e incluían desde bailarinas de cabaret de lujo a estrellitas de cine en ascenso, pasando por damas de la alta sociedad y conocidas circunstanciales.

En 1947 viajó a Europa en la comitiva que acompañaba a Eva Perón, y de la mano del multimillonario Alberto Dodero conoció los placeres de París y la Costa Azul. Aunque aquel muchacho de Junín que se ganaba la vida como dependiente de farmacia ya era parte del pasado, todavía había algunos sueños que le quedaban por realizar.

Una muchacha peronista. El primer sueño de seductor que había cumplido, había sido la conquista de Elina Colomer. Rubia platinada, lánguida, con un aire a lo Lana Turner, la había conocido a principios de 1948, cuando había ido en representación de Perón al Primer Festival Cinematográfico de Mar del Plata. En los meses siguientes, la chica de 26 años iba a convertirse en una diva: apenas había empezado a salir con Juan cuando le dieron la Mención Especial de Teatro y el protagónico en dos películas, y al año siguiente rodaría otras tres.



La relación no tenía exigencias ni esperanzas, y Elina se limitaba a cumplir el papel de compañera de viajes, dama de compañía por las noches y partenaire circunstancial en algún compromiso en el que Juan tenía que representar a Perón.

Con Fanny, las cosas serían diferentes. En 1949, cuando conoció a Juan Duarte, Fanny Julia Navarro era más que un proyecto de actriz. Había trabajado en una docena de películas, las últimas en papeles protagónicos y, a diferencia de Elina, no se parecía a Lana Turner sino más bien a Rita Hayworth, con ese pelo que se había teñido de rojo. Había estado casada y desde la separación vivía con sus padres, y en su familia no había peronistas.



Juan la había conocido una noche a la salida de un teatro. Los había presentado Iris Marga y en los días siguientes él había comenzado el acoso. Le enviaba flores, tarjetas y cajitas de marrón-glacé de la confitería El Molino, y los llamados telefónicos se hicieron cotidianos. Aunque Fanny sabía de Elina, el hombre que la cortejaba era atractivo, tenía una billetera inagotable y dormía en los brazos del poder, y su resistencia claudicó al cabo de unas semanas.

Para Lilia, su madre, fue un disgusto. Ella, tan católica, una mujer que le escribía versos a Jesús, no podía acostumbrarse a ese novio que había elegido la tercera de sus cuatro hijas. Cuando Juan llegaba de visita venía cargado de regalos, pero ese hombre de bigotitos finos y trajes blancos en verano, que se movía con custodia y auto con chofer, era un seductor empedernido que no le inspiraba confianza.

Si 1948 había sido el año de Elina Colomer, 1949 lo sería de Fanny Navarro. Aunque hacía tres años que no filmaba, enseguida consiguió tres contratos, y antes del verano haría los protagónicos de Mujeres que bailan y Morir en su ley, a los que seguirían Marihuana, Suburbio y Deshonra. Para entonces volvía a aparecer en las revistas de espectáculos, se la veía con Juan cenando en El Tropezón o tomando champán en el Tabarís, paseando por el delta algunos fines de semana o en Mar del Plata cuando el trabajo se los permitía.

Poco a poco, Fanny había empezado a transformarse en una estrella mediática oficialista, una imagen que después le haría mucho daño. Se había afiliado al Partido Peronista a fines de 1949, y para mediados de 1950 militaba a tiempo completo entre los actores. En agosto de ese año, Eva Perón, a quien sólo había visto una vez, la llamaría para darle una noticia: "La felicito –le dijo al verla–. Desde hoy es la presidenta del Ateneo Cultural".

El Ateneo había sido una idea de la Primera Dama para encolumnar a las actrices detrás del partido. Lo integraban viejas y leales militantes como Silvana Roth, Virginia Luque y Sabina Olmos, y Fanny sintió que el cargo le iba a quedar grande. "Pero señora... –atinó a decir– yo apenas soy una actriz". Y Eva le respondió: "Usted no se preocupe, que yo le voy a enseñar".

Pocos días después estaba instalada en las oficinas flamantes donde funcionaba el Ateneo, a metros de la Plaza de Mayo, y sobre el escritorio tenía dos teléfonos negros, un tintero con pie de mármol y una foto de Eva en un marco de plata. Un año después se mudaría a un petit hotel de tres plantas y 1.500 metros cubiertos sobre la calle Castex, en el actual Barrio Parque, con pavos reales paseándose por el jardín.

Fanny Navarro, en tiempo récord, se había convertido en una buena muchacha peronista.

Rumores. La luz de Juan Duarte empezó a apagarse el 26 de julio de 1952. Al anochecer de ese sábado, Eva, su hermana protectora, murió consumida por un cáncer de útero. A partir de entonces fue como si se desatara una reacción en cadena. Todavía nadie se había sacado el luto cuando Juan quedó bajo sospecha. Primero fueron rumores y habladurías. Empezó a escucharse la palabra "negociado", que es como se llamaba entonces a la corrupción. Y la palabra traición, y deslealtad.

Para ese momento, Juan Duarte tenía negocios incontables y había protagonizado hechos difíciles de explicar. Les había regalado sendos Cadillacs a Fanny y a Elina, que había pagado con cheques de Presidencia de la Nación; vivía en un piso de lujo que estaba a nombre de la Fundación Eva Perón; tenía una estancia en Monte que había hecho arbolar con plantas sacadas del aeropuerto de Ezeiza; manejaba la industria del cine y adjudicaba los créditos de fomento; controlaba bancos y empresas petroleras. Parecía mucho para alguien que seis años antes vendía jabones en tiendas de la campiña.

Cuando los rumores se transformaron en denuncias, el primero en soltarle la mano fue Perón. A raíz de una investigación por acaparamiento de carne que involucraba a su cuñado, el presidente dijo: "Aunque fuera mi propio padre iría preso, porque robar al pueblo es traicionar a la patria".

El 6 de abril de 1953, Juan Duarte presentó su renuncia al cargo de secretario privado del presidente de la Nación. Tres días más tarde, el 9 de abril, aparecería muerto junto a su cama en el piso de Callao. La versión oficial fue de suicidio, pero doña Juana, la madre, gritó ante el cadáver aún caliente: "¡Asesinos! ¡Me han matado a otro de mis hijos!".

Cuando Juan Ramón Duarte, de 39 años recién cumplidos, fue enterrado en la bóveda familiar del cementerio de La Recoleta, hacía ocho meses que Eva había muerto.

Para Fanny Navarro la pesadilla no había hecho más que empezar. Se quedó sin trabajo, no volvió a filmar y en 1955, tras la caída del peronismo, fue llevada a declarar por una "comisión investigadora" formada por la Libertadora. El inquisidor que le tocó en suerte se llamaba Próspero Fernández Alvariño, pero le gustaba que le dijeran "Capitán Ghandi".

La interrogó en un despacho de la Jefatura de Policía, y en un momento teatral, shakesperiano, sacó de una caja de cartón el cráneo de Juan Duarte y se lo exhibió brutalmente hasta hacerla desmayar.

Es posible que Fanny haya tenido esa última imagen ante sus ojos 16 años después, en 1971, cuando murió casi en la miseria.

Fuente: http://www2.lavoz.com.ar/suplementos...nota_id=480228

http://www.clarin.com/suplementos/co...22/y-01701.htm
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"Finding beauty in the unexpected"
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  #2  
Old Posted Jan 13, 2009, 1:23 PM
alfajor alfajor is offline
Me fui Chau a todos
 
Join Date: Sep 2008
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Hay una pelicula filmada sobre este tema.

Se llama Ay, Juancito (2004) por Hector Olivera

Con:
Adrián Navarro como Juan Duarte
Inés Estévez como Alicia Dupont
Leticia Brédice como Yvonne Pascal

Ay, Juancito-IMDB-
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  #3  
Old Posted Jan 13, 2009, 2:27 PM
Claudia-Cba's Avatar
Claudia-Cba Claudia-Cba is offline
Sigo rulando...
 
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Location: Córdoba
Posts: 4,599
Alfa-G , la ví hace bastante tiempo.

Esta historia es tan actual que cuando la volví a leer me pareció estar en el tunel del tiempo...

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"Finding beauty in the unexpected"
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