La entrevista completa de ObrasWeb:
Foster + México
Norman Foster comparte con Obras la visión vanguardista de Biometrópolis, su nuevo proyecto en México y nos revela sus ideas sobre la sustentabilidad y el futuro de las ciudades.
Nora Vasconcelos
Norman Foster es un arquitecto de más de 1,000 rostros. Un filósofo del diseño que, amparado en el High-Tech, busca reencontrar las edificaciones con el medio ambiente, y el arte con la funcionalidad. En sólo 43 años, el significado de su apellido cambió de ser el socio principal de Foster + Partners, a sinónimo de proyectos espectaculares, inversiones multimillonarias y todo el glamour que puede acumular, al mismo tiempo, un celebrity de la arquitectura y un miembro de la realeza.
Alrededor del nombre de Foster nada parece modesto. Desde su fundación en 1967 a la fecha, Foster + Partners ha acumulado 482 premios internacionales, 301 de ellos entre 2000 y 2009.
Con oficinas en las ciudades más caras del mundo –Londres, Hong Kong, Beijing, Abu Dhabi, Madrid y Nueva York–, emplea a más de 870 arquitectos en Reino Unido y 120 más en el resto del planeta que trabajan en promedio 100 proyectos al año: desde muebles, yates y jets hasta rascacielos y ciudades enteras.
Aunque el valor en inversión de todos esos proyectos podría semejar el PIB de un pequeño país, Foster + Partners sólo generó en 2009 ingresos por 152.2 millones de libras esterlinas (234 mdd). Pero eso no hace mella en su orgullo, por el contrario, dice, “como diseñadores esto nos obliga a ser hábiles. El mejor diseño con frecuencia surge de las circunstancias más difíciles”, señala en perfecto acento británico, vía telefónica a Obras.
MÉXICO, EL NUEVO PROYECTO
México no escapa a la geopolítica de Foster. En diciembre de 2009 se anunció que Foster + Partners diseñaría el proyecto Biometrópolis, un desarrollo de 71 hectáreas entre la Ciudad Universitaria y el área de hospitales de Tlalpan, en el sur de la Ciudad de México.
En este proyecto trabaja junto con Norman Foster, la firma mexicana Grupo de Diseño Urbano (GDU), que lidera el urbanista Mario Schjetnan.
Los trabajos iniciales en el sitio están programados para empezar este verano, y debido a la escala del desarrollo y a la sensibilidad del ambiente natural, su construcción se realizará en diferentes etapas durante los próximos años.
Por lo pronto, en los próximos meses, el museo de San Ildefonso, en el centro de la Ciudad de México, montará una exposición sobre Foster, en la que se destacará el proyecto Biometrópolis.
¿Cómo se involucra en Biometrópolis?
La empresa mexicana FRISA, dueña del terreno, buscó a Foster + Partners. Esto se dio con el apoyo de la Ciudad de México.
La misión fue diseñar un plan maestro capaz de proveer instalaciones médicas y de investigación de clase mundial, al tiempo que fueran respetuosas y que protegieran el medio natural existente.
¿En qué se caracteriza su diseño?
El estudio del plan maestro inicial para el campus Biometrópolis siguió a una investigación detallada del sitio y sus alrededores, así como del clima local y las condiciones geológicas y ambientales.
Para este diseño se prestó particular atención a mantener la infiltración de los mantos acuíferos a través del sitio, y de preservar el entorno natural con la creación de una gran reserva natural.
Ahora que el estudio inicial está completo, trabajamos en el desarrollo del diseño del plan maestro. Esperamos trabajar con nuestro socio local, GDU, para comenzar el diseño de algunos de los edificios clave en un futuro cercano.
¿Habrá más proyectos de Foster en México, quizá una oficina?
He viajado a México en varias ocasiones. Es un lugar fascinante. Ha sido un gran placer para mí trabajar allí.
La cultura, la herencia arquitectónica, las condiciones geográficas y sísmicas hacen que la Ciudad de México sea un lugar realmente único para construir.
Foster + Partners está estudiando una serie de proyectos potenciales y en la medida en que éstos se desarrollen, ciertamente tendremos una presencia permanente en México.
EL ARQUITECTO Y SU TIEMPO
Foster confiesa que siempre ha sido un apasionado de la arquitectura, “aun antes de que supiera que iba a ser arquitecto”.
Cuando era joven, Foster pasó cada minuto libre caminando por las calles de Manchester, en su natal Inglaterra.
Mientras deambulaba por la ciudad, le llamaban la atención los edificios simplemente por la experiencia estética, sin pensar de manera consciente que algún día sería arquitecto. Estructuras como el edificio Barton Arcade y el del Daily Express le parecían más bellos que otros. “Yo gravitaba alrededor de ellos”.
Al terminar su carrera en 1961 pasó de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Manchester a la Universidad de Yale para realizar sus estudios de posgrado. En 1967 abrió su despacho.
En las décadas de los 70 y 80, Norman Foster rompió con los esquemas ‘tradicionales’ de la arquitectura modernista que, en ese entonces, seguían la influencia de Le Corbusier y Frank Lloyd Wright.
Junto con los jóvenes arquitectos de su tiempo, inició con sus diseños la era del llamado High-Tech, movimiento que incorpora la tecnología a la arquitectura y favorece la colocación de elementos estructurales al exterior o en áreas visibles de los edificios.
Un ejemplo del inicio de esta tendencia en la arquitectura de Foster es su diseño de las oficinas centrales del Hong Kong Shanghai Bank, construido entre 1976 y 1986 en la isla asiática, en ese entonces aún independiente de China.
A su vez, para la torre de la aseguradora Swiss Re, en Londres, Foster aplicó el diseño por computadora que le permitió dar a la estructura la forma curvilínea que le ha ganado el sobrenombre de ‘el pepinillo’ (The Gherkin).
Por esos años, la Corona británica decidió reconocer a Norman Foster, primero como Caballero, en 1990, y después como Lord Foster del Támesis (Thames Bank) en 1999, justo el año en que recibió el Premio Pritzker, el galardón más preciado en el ámbito arquitectónico.
El acceso a la nobleza es la forma en que Reino Unido suele reconocer los servicios de sus súbditos exitosos. Y en el caso de Foster no fue sin razón. Entre 2006 y 2010, Foster + Partners se ubicó entre las cinco firmas de arquitectura más grandes, y la más admirada, del planeta, según la revista Building & Design.
Este junio, Deyan Sudjic, director del Museo del Diseño de Londres, presentará el libro Norman Foster: Una vida en la arquitectura. En sus 320 páginas la publicación contiene fichas biográficas del arquitecto inglés y su obra.
Entre las mayores pasiones del arquitecto están volar, el esquí a campo traviesa y andar en bicicleta. “Pero lo que más disfruto es pasar tiempo con mi esposa y con mi familia”, comenta.
LAS PREGUNTAS CORRECTAS
La arquitectura más destacada a escala individual o de ciudad, dice, surge de la síntesis de todos los elementos que forman parte de un edificio, que debe servir para todos los usuarios.
Por esta razón, para Norman Foster cada proyecto implica una serie de preguntas que tiene que hacerse el arquitecto al momento de diseñar, y resulta vital tener la habilidad de intentar cosas nuevas en cada proyecto.
“El diseño se basa en comunicación y motivación. Observar y sentir como si se tratara del primer proyecto en tu vida y empezar sin preconcepciones”.
En sus diseños aprovecha también los materiales que están a su disposición.
Así, su restauración del Reichstag, en Alemania, incorpora una cúpula de metal y vidrio, en tanto que en Masdar, en los Emiratos Árabes Unidos, recurre a materiales más sólidos con texturas parecidas a la arena, apropiados para el ambiente polvoso del desierto.
“Hemos producido edificios significativos en los cuales los materiales predominantes son la madera o la piedra. Sin embargo, el vidrio nos ha permitido abrir los edificios al mundo exterior”, detalla el arquitecto.
¿Cómo surge la idea final para cada proyecto?
‘La idea final’. ¡Eso es una noción tentadora! Siempre tengo la sensación de que hay algo que pudo haberse hecho mejor y existe la tentación de comenzarlo todo de nuevo.
Pero con cualquier diseño siempre llega un momento en que tienes que dejarlo ir.
¿Cuál es la clave para mantener sus diseños a la vanguardia?
Yo atribuiría esto a la forma en que trabajamos (en el despacho), tanto con las herramientas y la tecnología a nuestra disposición, como por la estructura de nuestro estudio.
Realizamos mucha investigación en cada uno de los proyectos y aprendendemos de la tradición vernácula y de la arquitectura que trabaja con el medio ambiente.
La revolución en la tecnología digital tiene un efecto remarcable en la forma en que se diseñan y construyen los edificios, sea un prototipo rápido o un modelo digital.
Como práctica, reconocemos que la computadora es tan sólo otra herramienta, como lo es un lápiz.
La tecnología es un medio, no un fin. Los fines son sociales y siempre lo serán.
De igual forma, la arquitectura es esencialmente una labor de colaboración.
Yo estoy al frente del consejo de diseño de Foster + Parners que supervisa cada proyecto en la oficina y lo revisa en cada etapa de su evolución.
El estudio se asemeja en su espíritu a una escuela de arquitectura que funciona bajo un sistema de jurado de críticos sobresalientes unidos por un código consistente.
En otro sentido se asemeja al modelo de una consultoría internacional.
Tenemos un número de grupos de investigación interna enfocados a modelado ambiental, sustentabilidad, materiales, y especialistas en modelaje.
Cada uno de estos equipos se compone de especialistas y su investigación se integra con el diseño de todos nuestros proyectos.
La forma en la que se maneja la compañía me permite tener la máxima cantidad de tiempo disponible para el diseño que es, después de todo, nuestra actividad central y mi pasión personal.
¿Cuál es el proyecto que todavía no ha diseñado Foster?
Como un optimista que soy, siempre creo que el ‘mejor’ proyecto está por venir, sin embargo, no quisiera especular, aunque el interés en vivienda masiva sería uno de ellos.
Por el momento, estoy interesado en las aplicaciones potenciales del diseño integrado relacionadas con dotar a los edificios de su propia energía, plantas de tratamiento y reciclaje de basura.
LA CIUDAD DEL FUTURO
En 2007, Foster diseñó Masdar Development, en Abu Dhabi. La primera ciudad totalmente autosustentable del mundo, que combina la alta tecnología con los principios tradicionales de la planeación de una ciudad amurallada, elementos que la convertirán en una comunidad libre de emisiones de carbono y desperdicios, una vez que se inaugure en 2013.
¿Qué retos particulares implica diseñar una metrópolis de este tipo?
En el caso de Masdar es un reto enorme el crear una comunidad con alta densidad, acogedora y amigable, libre de emisiones de carbono y de desperdicio. Tratar de alcanzar esto en un ambiente desértico es especialmente difícil.
La flexibilidad es una consideración clave. Debemos ser capaces de responder a las nuevas tecnologías que impactarán la forma en que viviremos en la próxima década.
Las ciudades dependen de redes centralizadas de servicios que resultan ineficientes.
Con las innovaciones recientes es posible diseñar un edificio e incorporar paneles solares, colectores termales, turbinas de viento y calentadores de ‘biomasa’.
Con una mejor tecnología para el almacenamiento de la energía, existe el potencial de que los edificios sean realmente independientes de los servicios públicos.
Con el incremento en la eficiencia de los sistemas solares podremos capturar mucho más energía solar que el 20% que actualmente se recolecta.
¿Las ciudades del futuro serán parecidas a Masdar?
No hay algo así como una metrópolis promedio ni debería haberla.
Cada lugar es diferente, especial y requiere una respuesta única. Sin embargo, el lineamiento principal compartido por todas las ciudades del futuro debe ser la sustentabilidad. Esto es vital.
Masdar no puede ser replicado más allá de un ambiente desértico, porque su diseño es una respuesta específica para la cultura y el clima de Abu Dhabi.
Pero se está probando el terreno para nuevas ideas, porque es altamente experimental y pionero en sustentabilidad y en soluciones integrales, así como en su enfoque holístico.
La escala del proyecto indica que podemos tener todo, desde vivienda, educación, trabajo, transporte e infraestructura hasta energía, agua y densidad, para crear nuevas ciudades desde cero.
Masdar va más allá de la manera en que la arquitectura se ha practicado tradicionalmente y de la escala de la construcción individual.
Hay un enfoque hacia el interés público en transporte, puentes, calles y plazas, cosas de todos los días que son fácilmente dadas por sentadas, pero que tienen un impacto real en la forma en que vivimos. Este desarrollo incorpora todos esos temas y será el primer intento en el mundo de producir una ciudad neutral en carbono y con cero contaminantes.
Esto es revolucionario y tremendamente emocionante.
¿Es costoso construir una metrópolis altamente tecnológica y sustentable?
Los costos específicos dependen de la naturaleza del proyecto y de su ubicación. Un diseño sustentable ofrece beneficios cuantificables de largo plazo, tanto financieros como ambientales.
Hay un diagrama piramidal muy simple que señala que la mayor ganancia ambiental viene de la menor inversión financiera.
Esto se basa en decisiones primarias sobre una comunidad o la forma y orientación de un edificio.
En la medida en que te mueves más cerca de la cúspide de la pirámide –a controles más activos– la ganancia ambiental se reduce. Sin embargo, en algún punto en medio encontrarás un muy buen valor por tu dinero.
ARQUITECTURA GLOBAL
En 2009, el jurado del premio Príncipe de Asturias, de España, reconoció a Norman Foster como “el arquitecto de la era global que anticipa la única metrópolis posible del siglo XXI”.
Foster explica que, en una escala global, el futuro de la ciudad es el futuro de la sociedad. En este contexto, detalla que se ven dos tipos de escenarios urbanos, y juntos tienen el potencial de crear una nueva clase de arquitectura.
El primero es el crecimiento explosivo de las ciudades. “En muchos países, el ritmo del cambio es extraordinario. Lo que le tomó a Europa 200 años, está sucediendo ahora en 20 años en China e India. La urbanización se ha acelerado en un factor de 10”.
El segundo escenario es el cambio en el balance de los ‘países desarrollados’ y los ‘países en desarrollo’.
Las ciudades europeas, dice, han sido sobrepasadas por megaciudades alrededor del mundo con poblaciones que superan los 15 millones.
“Esto lleva a preguntarse ¿cuáles son los modelos para estas nuevas ciudades y cómo se adaptan las comunidades existentes al incremento poblacional?”
La respuesta, concluye el británico, es que lo que hace 30 años se consideraba como componentes individuales para el ahorro de energía, ahora ha evolucionado a proyectos sustentables con sistemas enteros escalados a los edificios, urbes completas e, incluso, a escala regional.
Para Foster, esto implica un acercamiento holístico en el cual el diseño de la infraestructura no puede separarse del de los edificios.
“Las tendencias arquitectónicas probablemente se verán influidas por la ambición global de desarrollar una forma sustentable de vivir y de encarar los retos futuros que enfrentamos”.