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Posted Apr 22, 2010, 8:07 PM
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Observando la ciudad
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Join Date: Aug 2008
Location: Ciudad de Rosario - Prov. de Santa Fe - Argentina.
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21/04/10
El rescate del patrimonio arquitectónico y la identidad
En las últimas tres décadas, en Argentina comenzó a valorarse más fuertemente la restauración de obras arquitectónicas como una verdadera disciplina que colabora con la vigencia de la memoria colectiva.
Se trata de un modo de preservar el patrimonio cultural en el marco de una búsqueda de lo que nos identifica como sociedad. La proximidad al Bicentenario de la Patria intensificó este clima de conservación y recuperación, especialmente durante el año pasado y hasta la actualidad. En este sentido, Guillermo Tarquini -gerente Comercial de la empresa Molinos Tarquini, que fabrica productos para la restauración edilicia- explica: "Los edificios patrimoniales conservan la historia de cada ciudad y es por ello que deben ser respetados tal como fueron hechos. En Buenos Aires la gran mayoría fueron levantados por inmigrantes, que fusionaron distintas tradiciones constructivas, y de este modo, la ciudad se transforma en una especie de libro en el que se puede leer una historia, contada en muchos idiomas. Por esto, es fundamental tener en cuenta que la restauración no solamente debe limitarse a los edificios monumentales sino que las leyes de conservación patrimonial tienen que ser lo más inclusivas posible para garantizar la preservación de nuestra identidad social. Sería deseable que este espíritu del Bicentenario continuara en el tiempo y acrecentara la conciencia en torno al valor de preservar. Mejorar las condiciones del edificio en el que se vive muchas veces no tiene relación con la falta de recursos económicos sino con saber cómo hacerlo, con conocer cuál es el mejor material o cómo se aplica, o cuál es el color que mejor identifica a nuestra casa. Conocer la historia de la ciudad, de la que nuestra vivienda es parte, y dialogar con sus colores, materiales y tradiciones es un gran aporte para construir identidad".
Por otro lado, en lo que respecta a los trabajos de intervención, Tarquini comenta: "A la hora de restaurar es importante que el profesional siempre busque distintos testimonios sobre la memoria que la comunidad conserva de sus construcciones. Desde Molinos Tarquini brindamos el soporte tecnológico a los profesionales que realizan la restauración y producimos revestimientos y elementos auxiliares para la consolidación y para la protección de los edificios. Cada obra es única y por eso nuestra tarea no es sólo proveer el material sino también adecuarlo a los distintos criterios de intervención. En este campo, la tecnología debe dar asistencia con flexibilidad para actualizarse según lo que indique la experiencia siempre cambiante. Nuestra firma, con una trayectoria de 66 años, comenzó a elaborar productos para la restauración en 1980 y, en la década del ´90 notamos que la conciencia sobre el tema crecía aceleradamente. Por ello, a partir del año 2000 contamos con un laboratorio en planta para el análisis de muestras originales que nos permite elaborar materiales de reposición con los mismos componentes que el histórico. Además, viajamos periódicamente al exterior para incorporar los últimos avances en el desarrollo de productos y contamos con un equipo de profesionales en fábrica que investigan y adaptan esas novedades a los recursos y a las necesidades locales. En estos últimos años fuimos convocados por el INTI y por el IRAM para integrarnos a las ruedas de discusión sobre metodología y normas para la intervención", concluye.
Entre las obras de restauración más emblemáticas en las que se aplicaron productos de Molinos Tarquini se destacan el Hotel Marriott-Plaza, el edificio Kavanagh y el Abasto Shopping y, en la actualidad están en plena ejecución las obras de la Catedral de Mar del Plata, el Palacio de Justicia, la antigua Aduana Taylor, el Cabildo y el Colegio Nacional de Buenos Aires.
Redacción Revista Hábitad.
22/04/10
Rescatando el edificio más antiguo de la ciudad
San Ignacio de Loyola, que cumple 300 años, estuvo a punto de derrumbarse. Su estructura colapsó y necesitó un apuntalamiento de urgencia. Hoy, con fondos públicos y privados que llegan a los $ 12 millones, la primera iglesia de Buenos Aires está siendo restaurada con materiales que emulan los originales.
Cuando el cardenal Bergoglio me designó párroco hace casi cinco años, estábamos en una situación de desesperación y de alarma. En primer lugar porque parecía que la iglesia se caía. Fue cuando se apuntaló por fuera". Así comienza la historia el padre Francisco Baigorria, quien tiene a cargo la administración de la obra, además de las tareas propias de sacerdote. El proyecto de rehabilitación y puesta en valor realizado por el arquitecto Eduardo Scagliotti y el de consolidación estructural del ingeniero Jorge Fontán Balestra, están siendo ejecutados por el ingeniero Jorge Beverati y un equipo de arquitectos, ingenieros y especialistas en restauración. "Luego de la etapa de proyecto, realizamos las obras de urgencia. Se consolidaron los muros y los túneles históricos", cuenta el padre. "La iglesia sufrió un colapso por una pérdida de un caño de agua que ingresó por el túnel histórico que pasa debajo de las columnas de apoyo del cimborrio (ndr: cuerpo cilíndrico u octogonal que sirve de base a la cúpula) y su deformación empujó la nave central y el muro sobre Alsina, provocando fisuras en la fachada y en la propia nave", explica Jorge Beverati, director ejecutivo de la obra. "El cimborrio tiene un apuntalamiento de 60 toneladas para poder ejecutar el refuerzo estructural", agrega. "Fue un trabajo muy serio, porque realmente la fachada estuvo en riesgo de colapso. Ahora queda la consolidación que es como una brochette: se introducen tensores que funcionarán como costillas de apoyo", suma Scagliotti. Esta consolidación estructural es un trabajo novedoso: "Es la primera vez que se hará este tipo de proyecto a través del alma de un muro, perforándolo longitudinalmente sin tocar la fachada. La gran virtud de esta metodología es que no alteramos el edificio en sus paramentos y trabajamos todo por dentro de las paredes. Haremos grandes agujeros que pasarán de lado a lado el campanario y lo atarán con estos tensores", precisa el arquitecto Luis Martínez D´Auro de la constructora Leguizamón - Ezcurra.
La iglesia en una caja
Mientras esperaban la firma de un convenio con el Estado para financiar parte de la obra, se realizó una prueba piloto en la sacristía y la contra sacristía. Luego, se construyó el templo provisorio para poder intervenir el interior de la iglesia sin cerrarla operativamente. "Diseñaron un ámbito cerrado herméticamente que está metido dentro de la iglesia, como una caja. Detrás de eso y también por encima está todo andamiado y se está trabajando toda la envolvente interior", detalla el párroco, empapado en el tema. Las tareas consisten en el tratamiento de humedades y las instalaciones de los servicios: luz, sonido, seguridad, tensiones bajas, telefonía. "Había cosas que no existían y otras estaban en malas condiciones. Hubo que retirar lo antiguo y canaletear toda la iglesia de acuerdo a las exigencias nuevas", acota. Además, esta parte incluye la intervención de techos, cúpulas y solados. La última etapa estipulada es la de la restauración de la fachada, que se financiará con fondos del Gobierno de la Ciudad y privados. Es importante llegar con la envolvente exterior este año, porque San Ignacio cumple 300 años", concluye Baigorria.
300 años de historia
Aunque la consagración del templo fue posterior, San Ignacio de Loyola se comenzó a construir en 1710. Es el edificio más antiguo que tiene la ciudad de Buenos Aires. "Ayer, en una reunión con el ministro de Hacienda de la ciudad, yo les contaba que en este lugar se gestó gran parte de nuestra historia. San Ignacio fue albergue de cabildos abiertos anteriores al 25 de mayo. Aquí, en este colegio San Ignacio, que después fue el Colegio Real de San Carlos, se formaron todos nuestros próceres y los miembros de la primera junta. Hicieron acá su catequesis y tomaron su primera comunión", dice con lágrimas en los ojos el sacerdote.
Hubo una capilla anterior hecha con adobe, pero se demolió para levantar el proyecto del jesuita Juan Krauss, hecho a imagen y semejanza del Jesú de Roma (donde está enterrado San Ignacio), con planta en forma de crucero, una nave principal y dos laterales. El propio Krauss, junto a Andrea Bianchi y Juan Bautista Prímoli, estuvo al frente de la obra. "Se diseña de acuerdo al barroco europeo del siglo XVIII, pero incorporando elementos nuestros. Por eso no se construye con piedras, sino con ladrillos del primer horno que existió acá y pertenecía a los padres jesuitas", continúa el padre.
"Este claustro es lo único que quedó del antiguo colegio San Ignacio, que no se demolió en 1906 cuando se construyó el nuevo colegio", cuenta Scagliotti mientras camina por la galería. "Además de las condiciones históricas, esta obra es también un documento al que hay que tratar de alterarle su autenticidad lo menos posible", agrega. Por eso, para una etapa posterior aún no definida ni presupuestada, se pretende recuperar la condición original de esa galería, abierta al exterior. "Así se recompone un poco la distribución funcional de llenos y vacíos que tenía el viejo colegio". La intención del especialista en Preservación Patrimonial es recuperar el lenguaje original de la obra. "Fue propio del siglo XX modernizar el vocabulario colonial porque se lo despreciaba. En esta corriente europeizante de nuestra arquitectura se lo consideraba un elemento de menor jerarquía", sostiene Scagliotti. "A pesar de las pinturas, de las intervenciones, de las colmataciones, el edificio está pidiendo, de alguna manera, contar su verdadera historia", concluye Scagliotti.
Redacción El Cronista.
Buscando info sobre la última restauración del congreso, me encuentro que se llevó a cabo hace un poco más de 10 años. Le vendría bien que se apruebe una ley, para que se le haga un mantenimiento periódico y terminar con las restauraciones de este magnifico edificio.
http://www.sipecrestauraciones.com.ar/congreso.htm
Quote:
Originally Posted by *Esteban*
Sobre la restauracion del Opera o ahora "Teatro City".
Pense que habiendo un empresa grosa detras la restauracion seria acorde, pero fue super pobre.
Los frentes de los costados con ese "pseudo plastico" o no se bien que material es y la cupula que ni pintada fue, se le agregaron las luces de colores -Lindas- pero que justamente resaltan mas las manchas de humedad y ambiente que tiene la cupula.
Realmente, POBRE.
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Estoy totalmente de acuerdo. El cambio de nombre y la conservación de las gigantografías es una grasada. Ni en Rosario los teatros tienen tanta contaminación visual. Sumate al grupo en Facebook, Esteban.
Saludos.
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@RossoMattone
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