En 2010 se terminaría el proyecto del Centro Cultural que revaloriza el edificio y el área céntrica con espacios verdes[/B]
El edificio de Correos y Telecomunicaciones será convertido en el Centro Cultural del Bicentenario y funcionará como eje de la celebración que ya se empezó a organizar para 2010.
Así quedó definido por el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios (MPF), la Secretaría de Cultura de la Nación (SCN) y el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Gcaba), después de conocerse los ganadores del Concurso Internacional de Anteproyectos para el Centro Cultural del Bicentenario y de ideas para la adecuación de su entorno urbano, que correspondió al equipo de los arquitectos Enrique Barés, Federico Barés y Nicolás Barés, Daniel Becker, Claudio Ferrari y Florencia Schnack.
La tarea de estos arquitectos será la conservación, adecuación y refuncionalización del Palacio de Correos, construido entre 1908 y 1928, de estilo neoclásico y catalogado Monumento Histórico Nacional.
El concurso, en el que se presentaron 40 trabajos, se caracterizó por la complejidad del programa.
"Ante la problemática planteada nos propusimos construir una nueva pieza urbana, un espacio cívico con valor e identidad propia, que revierta la fragmentación y el deterioro del área, de Puerto Madero, en dos ejes: Norte-Sur y Este-Oeste. Por otro lado, se plantea la reconversión de un edificio iconográfico de la historia de la ciudad", explican los arquitectos Enrique Barés, Daniel Becker y Claudio Ferrari.
La propuesta urbana (no vinculante) consistirá en un eje longitudinal que reúne el fragmento urbano del concurso, mediante un nuevo Parque del Bicentenario, que convertiría calles adyacentes en arterias bajo nivel, dando prioridad a la peatonalización; también se propone el reordenamiento del transporte y la construcción de una playa de estacionamiento bajo nivel para 500 autos. Todo apunta a la integración del edificio al Centro, los espacios verdes, Puerto Madero y el Luna Park.
Pieza clave
"El edificio de Correos fue pensado como un objeto cerrado en sí mismo. La propuesta del nuevo Centro Cultural del Bicentenario -vinculante- es considerarlo como una pieza clave en la conformación espacial del nuevo Parque Urbano, y convertir el viejo Correo en un edificio activo, lo que transformaría su condición inicial de edificio-objeto en edificio-ciudad." La construcción sumaría más de 88.000 m2 y preservaría la envolvente y los espacios principales del edificio, como el hall y el Salón de los Escudos, sobre Sarmiento, en el que funcionará el Museo del Correo, el área administrativa y salas de auditorio (500 y 200 espectadores), además del acceso al mirador-terraza.
La parte nueva, en el sector posterior del prisma edilicio (dos tercios del edificio sobre la calle Corrientes), es de tipo industrial y permite una intervención mayor, lo que creará el vacío necesario para la localización de los programas arquitectónicos contemporáneos. Allí se insertarán múltiples espacios como salas de arte, de música sinfónica (2200 espectadores), de música de cámara (700), de ensayo y un área administrativa y de gastronomía.
La sala principal tendrá una ubicación longitudinal Norte-Sur, y será una estructura de hormigón con formas contemporáneas, despegadas de la envolvente, y con una circulación libre en el nivel cero. Dentro del vacío que se genera para la nueva intervención el proyecto plantea la construcción de una jaula tectónica de columnas metálicas repetitivas que funcionan como soporte vertical de la estructura Vierendeel del techo, descargando sus esfuerzos hacia las fundaciones. Se define de esta manera una nueva fachada, transición entre dos tiempos históricos: pasado y presente. Esta estructura espacial -la jaula- construye una caja virtual en la que cuelgan volúmenes -denominados el chandelier - que se realzan por los juegos de luces, sombras y transparencias, produciendo un espacio mágico, fluido e ilusorio.
Según el recorrido que cada visitante realice, podrán encontrarse cambios de formas, texturas, materiales y colores, lo que producirá una sensación efímera cambiante y sorprendente. Y por debajo estará la gran caja de hormigón de la sala sinfónica, "paradigmática de nuestra intención, cuyas dimensiones y determinaciones técnicas le otorgan un lugar central en la composición. A este objeto monolítico lo hemos llamado la ballena azul ", dicen Barés, Becker y Ferrari. Aunque seguramente provocará sorpresa por el contraste entre lo antiguo y las formas modernas, los arquitectos consideran que "está bien desarrollar un discurso arquitectónico, y que el objeto provoque una sensación, pero la arquitectura no debe ser efectista, hay que pensar también en el usuario", concluyen.
Fernando G. Caniza
Ficha técnica
Autores: Florencia Schnack, Enrique Barés, Federico Barés, Nicolás Barés, Daniel Becker, Claudio Ferrari
Colaboradores: Fernando Belazaras, Santiago Castorina, Andrés Francesconi, Lizet Jo Blenke, Marco Macrelli, Pedro Peña y Lillo, Socorro Sánchez Janeiro, Pablo Esteban Dal Pra, Pablo Martín Avincetto, Martín Barreneche, Leandro Carneval Bazan, Juan Ignacio Derrasaga, Mireya Guardiola Minguez, Facundo López, Fermín Pereyro, Lila Scalise.
Consultores: Jaime Lande y Asociados (Ingeniería Estructural), Julio Blasco (Ingeniería Termomecánica), Rafael Sánchez Quintana (Ingeniería Acústica), Fernando Gandolfi, Eduardo Gentile (Patrimonio y Preservación), Graciela Silvestri (Teoría), Roberto Pap (Sistema Verticales)
Thread original de Larry de SSC