Una receta fascinante
"Cous Cous, la gran cena", de Abdellatif Kechiche, se centra en un hombre que quiere abrir un restaurante. Por: Diego Lerer
SOLIDARIA RYM, LA HIJA DE LA NOVIA DE SLIMANE, ES LA QUE MAS LO AYUDA EN SU PROYECTO.
Los elementos podrán cambiar según los hábitos, pero las tradiciones culturales siempre constarán de elementos simples y genuinos. Con las variaciones que los hacen diferentes, pero con las similitudes que los transforman en universales. En el caso del cous cous que prepara Souad, la ex mujer de Slimane, la sémola de trigo y el pescado serán los ingredientes esenciales. Y con uno, pero sin el otro, no hay receta que funcione.
Desde su título local y por algunos de los elementos (comida, bailes típicos, música) que la componen, Cous Cous, la gran cena -tercera película del realizador francés nacido en Túnez, Abdellatif Kechiche- podría parecer el típico producto de consumo global que convierte lo étnico en un sabor de turno para tornar diferente a una historia convencional. Y si bien algo de eso hay en el filme, la universalidad está dada por la empatía y la identificación que se logra con sus personajes y no por la puesta en escena ni por las circunstancias particulares de la trama.
El filme es la historia de una familia. O de dos familias. Slimane es un hombre de 60 años que ha sido echado de su trabajo en el astillero de un alicaído pueblo costero de Francia. Con el dinero de la indemnización quiere comprar un barco destruido y transformarlo en un restaurante donde servir el cous cous en cuestión. Pero concretarlo no será fácil.
Por un lado, por las dificultades burocráticas que encuentra y que revelan el racismo de las autoridades locales. Pero ésta no es una simple historia de hombres nobles y sacrificados enfrentados a los poderosos de turno. Muchos de los problemas de Slimane surgirán de su propia familia, compuesta por un lado por su ex, sus hijos y nietos y, por el otro, por su nueva novia (dueña de un hotel) y la hija de ella, acaso la verdadera protagonista del filme.
En ese universo de lealtades cruzadas, disputas, momentos amables y choques culturales transcurrirá la película. Y "la gran cena" en cuestión será, finalmente, el teatro en el que -en la última hora- se resolverán (o no) los conflictos acumulados durante la primera parte.
Esa primera parte es lo mejor del filme. Con un poder de observación excepcional y un manejo de sus (no) actores admirable, Kechiche construye -como en su anterior Juegos de amor esquivo- un universo que se revela en los detalles: un hijo que engaña a su mujer, unos músicos discutiendo las decisiones de su amigo, una hija peleando por el derecho de su madre a no tener que ocultarse y un almuerzo familiar lleno de bromas y chicanas. Todas escenas largas que no hacen avanzar ninguna historia, pero que otorgan vida y respiración a la película, transportan al espectador a un mundo reconocible y nos conectan con los personajes.
La segunda mitad del filme tendrá un suspenso y una tensión dramática más tradicionales. Y el conflicto entrará con todo cuando la cena se complique a partir de algunos comportamientos. Si bien allí se notarán, por primera vez, los trucos de guión que tiene el filme, Kechiche siempre se las arreglará -desde lo visual, desde su extendido manejo de los tiempos y los desvíos de su trama- para desar mar nuestras expectativas. Lo hará torciendo esos clichés a los que se expone y revelando lo que se esconde detrás de ellos. Algo que nos une a todos, más allá de las aparentes diferencias.
http://www.clarin.com/diario/2009/07...os/c-01401.htm
La fui a ver este fin de semana...
MA-RA-VI-LLO-SA! Se la recomiendo!!!
Totu