Otra vez el detestable tranque!
El estrés producido por los embotellamientos está acabando con la dulzura del carácter de los panameños.
Las protestas, la falta y mal estado de las vías, las reparaciones a estas se combinan y hacen crisis.
LA PRENSA/David Mesa
DESESPERACIÓN. La angustia crece dentro de cada vehículo mientras el avance es lento o nulo.731368
Carlos E. Ovando
covando@prensa.com
Los panameños tienen fama de ser alegres, pero apacibles, descomplicados, "desestresados". Y como consecuencia de lo anterior, no muy amantes de la puntualidad.
Aunque eso sea lo de menos, en este momento. Porque el carácter, del citadino sobre todo, está cambiando, sin duda alguna. Si no, observe bien en la calle: la cantidad de malas palabras que se cruzan los conductores de automóviles, buses, camiones y motocicletas haría enrojecer a un autor de reggae. ¿Cuál es la causa de que los habitantes de la urbe vayan perdiendo la dulzura y la alegría? Los tranques, que por doquier enredan la vida de los citadinos. Agréguele el calor del mediodía o la lluvia inclemente, o que no se ve un policía de Tránsito en kilómetros a la redonda, y tendrá listo el cóctel para perder la paciencia. Algunos llegan, incluso, a mostrarse los dientes... y hasta tirarse dentelladas...
LAS CAUSAS
El problema tiene varias caras: las protestas que nunca cesan (ya se sabe que lo primero que hará un grupo para hacer valer su derecho a reclamar es cerrar una vía importante); o el aumento de vehículos en las nunca preparadas calles de la ciudad; o el accidente en que se debe esperar con paciencia a que aparezca la policía; o la comitiva municipal que anda en busca de algunos que no están al día en sus placas; o la "diligencia" de un policía que apaga el semáforo de la esquina y empieza a dirigir el tránsito según le dicte su criterio: unos cinco minutos para este lado, otros cinco para este otro; o el mal servicio de transporte público, que no considera algunas rutas; o la reparación de las vías por parte del Ministerio de Obras Públicas (MOP), sin tomar en cuenta que no hay vías alternas. O que estas son escasas.
"Primero, abren toda la calle, agrandando los huecos, después empiezan a rellenarlos de a poco...", exclama un conductor consultado, aunque no con estas palabras. Las originales están censuradas. "¿Por qué no trabajan a horas que sean más cómodas para todos, incluso para los mismos trabajadores?", se pregunta.
Otro conductor, también con la cara agria, indica que lo que molesta es que no ponen ninguna indicación para que los conductores tomen otras calles, "de repente se ve uno metido en un maldito tranque, sin poder ir a ningún lado...".
Por supuesto, todo esto es parte de la labor que el MOP hace en beneficio de la comunidad. Y esta no debe parecer desagradecida. Pero, se pregunta: ¿no podrían hacer las cosas más fáciles para todos? Es decir, que se note que hay planificación en el trabajo.
PERCEPCIÓN
José Luis viene manejando su vehículo desde Las Acacias, y le toca esperar debajo del puente de San Miguelito para doblar hacia la Transístmica. "Tengo una hora parado aquí y el policía no se digna mandar esta línea, pareciera que no quiere que quede ningún carro del otro lado", dice.
Por supuesto que no es "una hora" la que tiene esperando, es una exageración. Pero así le parece a cada conductor que debe trasladarse largos trechos por las calles de la ciudad, a pasito lento.