[Pablozar]

Un pasaje a la historia de La Plata

La restauración del primer centro comercial de esta ciudad ya es un hecho. Con una inversión de $ 10 millones, el histórico edificio conservará el estilo de las galerías europeas del siglo XIX, pero con el confort que caracteriza a los centros comerciales actuales. Abrirá sus puertas este mes.



La ciudad de La Plata se embarca en un millonario proyecto para restaurar parte de su historia arquitectónica: el pasaje Rodrigo. Ubicado en el casco urbano de la ciudad y con accesos por el Boulevard 51 y la calle 50, este señorial edificio creado en 1929 por Basilio Rodrigo fue consolidado como el primer centro comercial del lugar. Fiel a un estilo arquitectónico marcado por la belleza y elegancia de sus líneas, el lugar fue declarado patrimonio de la ciudad. Pero el desarrollo comercial comenzó a ocupar otros sectores de la localidad, lo que produjo un merma en la actividad de la galería y su posterior cierre. Ahora, y tras un año de remozamiento, sus magníficos vitraux volverán a ver la luz gracias al proyecto encabezado por el estudio Breccia, Bustamante, Banini, que con una inversión de $ 10 millones finalizan las obras en estos días. La nueva versión del centro comercial ofrecerá en sus 4.000 m2, distribuidos en cuatro plantas, más de 45 propuestas comerciales, en un ámbito con clima controlado, seguridad, vigilancia, sistema de WiFi, cuatro escaleras mecánicas, un ascensor, un montacargas, baños para discapacitados, y la belleza de un edificio recuperado para la ciudad.

Catalina López Soto, socia de Pampa Real Estate, la empresa desarrolladora y comercializadora del proyecto, explica cuál es el objetivo de la obra: “En el proceso del nuevo Pasaje Rodrigo la idea es preservar al máximo las características de este increíble edificio con una baja intervención. Pretendemos reciclarlo y ponerlo en valor. Es uno de los referentes arquitectónicos más importantes de la ciudad, condición que por si solo hace necesaria su preservación”.

Vuelta al esplendor

La idea base de la intervención en el edificio fue la de buscar una refuncionalización del Pasaje y darle un idéntico destino para el que fuera diseñado, sin alterar su espacialidad.

“Fue fundamental el trabajo en el cálculo de cargas y estructuras que se llevó a cabo. El edificio se monta sobre una estructura independiente de perfiles metálicos y losas armadas y se compone de un sistema mixto de mampostería portante,” señala López Soto.

El edificio original tenía cuatro plantas, con la diferencia de que sólo un nivel era comercial, precisamente el de la calle, conocido como El Pasaje; en las plantas superiores había ocho elegantes departamentos residenciales de más de 250 m2.

En la actualidad, el rol de las plantas fue modificado: las tres primeras serán para comercios y el cuarto nivel, que se ocupa parcialmente como extensión comercial, será para los servicios de la galería y terrazas.

Una particularidad del nuevo edificio es que los cuatro niveles tienen nombres de árboles característicos de La Plata. El nivel Tilo alojará 13 módulos comerciales y la relación espacial con el nivel superior y el Jacarandá (o planta baja) se materializará a través de balcones, dos rajas y un círculo central.

“En este espacio el frente de los locales conservará la carpintería metálica original, los vidrios curvos en los locales centrales y su doble altura que le brindan una vista agradable”, cuenta López Soto.

En el caso del piso superior, Plátano, que en algún momento fue utilizado como viviendas de alquiler, ahora se proyectó como una planta única y continua, que alojará 19 módulos comerciales. Contará con un sector central de reunión y expansión gastronómica, cuya cubierta dejará a modo de lucernario un techo acristalado.

Este piso se comunicará con la planta baja a través de balcones que parten de las fachadas interiores y son coronadas por los vitrales característicos del Pasaje. Estos serán expuestos a un proceso de restauración de acuerdo a las normas de los antiguos vitralistas europeos, que empleaban vidrios de textura y color esmaltados y horneados con productos en base a oxido de metales de alta temperatura de origen Francés y Alemán.

Finalmente, la iluminación interior tendrá como objetivo acompañar los espacios propuestos para reforzar situaciones particulares, como los techos de vidrio trans-iluminados o la cubierta vidriada transparente.

“La luz natural llega a este sector a través de los huecos de las escaleras mecánicas, que permiten apreciar los vitraux del lugar. En el centro del Pasaje, la vinculación se hace aún más fuerte a través de un círculo que balcones desde el nivel Jacarandá. Aquí se encuentran los locales de mayor superficie”, afirma Rubén Baccá, otro de los socios de Pampa Real Estate.

Luego de 10 años de desuso, las fachadas exteriores y la interior de planta baja se encuentran en perfecto estado de conservación. Parece imposible que luego de tanto tiempo, el espíritu del Pasaje haya quedado intacto, como sus cimientos, para vaticinar el momento en que sus galerías reciban nuevamente visitantes. Un claro ejemplo de que la preservación de nuestros patrimonios arquitectónicos, no es una utopía después de todo.

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