ARQUITECTURA: PROYECTO NACIONAL TORRES RENOIRBECCAR VARELA-ROBIROSA-PASINATO
De cara al río, dos torres que desafían al viento
Las torres Renoir, en Puerto Madero, revisitan la rica tradición de las torres porteñas con un lenguaje contemporáneo. Cómo se diseñó la estructura a prueba de las fuertes ráfagas del Río de la Plata.
Ariel Hendler.
ahendler@clarin.com
En uno de las mejores terrenos de Puerto Madero, un área que ya es símbolo de la Buenos Aires globalizada, el estudio Beccar Varela-Robirosa-Pasinato afrontó el desafío de proyectar dos torres que se inserten en la tradición arquitectónica local. "El otro desafío fue generar un proyecto que no se limitara a resolver la función o el programa, sino que constituyera un aporte a la ciudad", explica el arquitecto Marco Pasinato, uno de los socios del estudio que diseñó las torres Renoir Residencias en Altura 1 y 2.
El proyecto —que resultó ganador de un concurso privado— busca emparentar a estas dos torres con el movimiento arquitectónico que el crítico Kenneth Frampton dio en llamar "Escuela de Buenos Aires", y que Pasinato prefiere denominar "de los buenos edificios de la ciudad" o "Racionalismo argentino". Sus ejemplos más notorios son los edificios Kavanagh, Alas, Comega y otros realizados en las décadas del 30 y 40. Esta tendencia se caracterizó, entre otras cosas, por la "premisa de corte clasicista de que un edificio debe tener una base, un desarrollo y un remate".
En las Renoir, esto se manifiesta en el hecho de que los niveles que según este esquema corresponden al "desarrollo", aparecen abultadas por una "panza" de vidrio en voladizo. Por debajo y por encima de esta "pecera", las superficies de las plantas se reducen; en los pisos inferiores, simplemente porque no está presente esta caja vidriada, y en los superiores, debido a los retiros impuestos por la normativa, que culminan en un remate en forma de cono truncado.
El arquitecto Pasinato asegura que las torres Renoir no se plantean como una sumatoria de pisos sino como una unidad: "No hay superposición de pisos ni sucesión de ventanas, sino un concepto homogéneo que unifica a las partes con el todo". Cada torre es un tubo calado, como una extrusión de hormigón, cuya piel combina hormigón y vidrio en partes proporcionales, pero ambos materiales están concentrados de tal forma que se perciben desde el exterior como continuos.
Por otra parte, tanto la volumetría, condicionada por las rasantes, como la resolución de la piel enfatizan la verticalidad de las torres. Los elementos verticales aparecen en primer plano respecto de los horizontales. Las esbeltas columnas perimetrales de hormigón sobresalen netamente respecto de las vigas horizontales, ubicadas en un plano posterior. Al mismo tiempo, estas columnas interrumpen la alineación de las ventanas, lo cual dificulta la lectura horizontal del conjunto. Por cierto, ambos efectos aparecen mucho más pronunciados en la torre 2, donde estas columnas tienen mayor volumen e importancia estructural.
Hijas del viento. El hecho de que las torres Renoir estén en la primera línea de construcción sobre el Río de la Plata redunda en que sus vistas no serán obstruidas por otros edificios en el futuro. Pero, por otro lado, la ventaja de tener visuales al río sin obstáculos tienen su contrapeso en exposición a los vientos. Las ráfagas llegan en todas las direcciones y alcanzan los 150 km/h, factor de suma importancia si se considera que la primera torre —a punto de entregarse— tiene 41 pisos, y la segunda, en las fases iniciales de obra, contará con 50 pisos y 178 metros de altura sólo de estructura de hormigón, sin contar las antenas.
Debido a las condiciones de la implatación, el proyecto se elaboró prácticamente codo a codo con el calculista estructural. "En cierto modo, la estructura de las torres fue diseñada en función del viento, como un velero o un auto de carrera", cuenta Pasinato. El proyecto estructural, a cargo del estudio AHF, fue ensayado en el túnel de viento del CTT Wind Engineering Consultants de Colorado, Estados Unidos, simulando vientos de hasta 300 km/h.
Tanto en la primera como en la segunda torre, los elementos estructurales se dispusieron en el núcleo central y en las columnas exteriores. En el caso de la torre 1, la respuesta estructural al problema eólico consistió básicamente en ensanchar las columnas perimetrales y reducir el tamaño de las ventanas. En cambio, en la segunda —cuya planta tiene una superficie 40 m2 mayor a la primera— se consiguió eliminar en forma aun más radical todas las columnas y tabiques portantes interiores. Esto redunda, según Pasinato, en una "estructura más homogénea y menos fragmentada".
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Fotos: www.apartmentsba.com
