Palacio de Aguas Corrientes
Hacia finales del siglo XIX, con la llamada Generación del ’80, Argentina se volcó progresivamente hacia el primer mundo. La mentalidad y ambición de los criollos y de la nueva inmigración creó gran parte de la base del país actual. Indistintamente de la evolución que le siguió después, entre 1880 y 1930 se construyeron en Buenos Aires palacios imponentes como el Congreso Nacional, el Correo Central, el Colegio Nacional Buenos Aires, y el que probablemente sea el palacio más impresionante de Argentina: el de Aguas Corrientes. Su finalidad era ser un tanque de agua de reserva. Paralelamente, fueron erigidos 2 palacios más en los barrios de Caballito y Villa Devoto (aunque de estilo más simplificado), en los 3 puntos más altos de la ciudad. El Palacio fue concebido por piezas belgas e inglesas numeradas, viniendo por separado en los barcos y armado fácilmente en el lugar. En su interior, supo ser un laberinto de cañerías y pasarelas de metal, hoy reconvertido en museo y oficinas de la empresa estatal de aguas AySA.