Los turistas que conozco que fueron a Baires quedan todos alucinados con la librería en el cine-teatro que no me acuerdo como se llama. Ninguno se espera de la Argentina esa devoción por la lectura (que debo ser sincero no he visto ni siquiera acá en Europa salvo en Oxford, y algún otro reducto de tragas) y todos me comentan cuanto les llama la atención (por inesperado) que tanta gente elija una plaza con su libro en vez de irse a comer con los compañeros de trabajo. Son esas cositas que amo de la Argentina y que todavía nos distinguen en medio de tanta brutalidad, fundamentalmente propia.
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Che sia davvero un nuovo anno
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